NOTA Nº 128
LA FUNCIÓN DE LA MENTE - KRISHNAMURTI
JIDDU
"La senda del amor no ha de
hallarse a través del intelecto"
Cuando observáis vuestra propia mente,
observáis no sólo los niveles de la mente llamados superficiales, sino también
lo inconsciente; veis lo que la mente hace en realidad. ¿No es así? Esa es la
única manera de poder investigar. No habréis de sobreponerle lo que ella
debiera hacer, como debiera pensar o cómo debiera actuar, y lo demás. Eso equivaldría
a hacer meras afirmaciones.
Esto es, si decís que la mente debería
ser esto o no debería ser aquello, entonces suspendéis toda investigación y
todo pensar; o si citáis alguna autoridad superior, igualmente dejáis de
pensar. ¿No es cierto? Si citáis a Buda, o a Cristo, o a fulano, zutano o
mengano, con ello termina toda busca, todo pensar y toda investigación. Es
preciso, pues, guardarse de ello.
Debéis dejar de lado todas estas
sutilezas de la mente, si deseáis investigar este problema del "yo",
conmigo. ¿Cuál es la función de la mente? Para descubrirlo, debéis saber qué es
lo que la mente hace en realidad. ¿Qué hace vuestra mente? Todo ello es un
proceso de pensar. ¿No es así? De otro modo no interviene la mente.
Mientras la mente no esté pensando
consciente o inconscientemente, no hay conciencia. Tenemos que descubrir qué
hacen, con relación a nuestros problemas, la mente que empleamos en nuestra
vida diaria y asimismo la mente de la cual la mayoría de nosotros no somos
conscientes. Debemos mirar la mente tal cual es y no tal como debiera ser.
Ahora bien, ¿qué es la mente en su
funcionamiento? Ella es, de hecho, un proceso de aislamiento. ¿No es cierto?
Ella es eso, fundamentalmente. Eso es el proceso del pensamiento. Es el pensar
en forma aislada, que sin embargo, sigue siendo colectiva. Cuando observéis
vuestro propio pensar, veréis que es un proceso aislado, fragmentario. Pensáis
conforme a vuestras reacciones ‑las reacciones de vuestra memoria, de vuestra
experiencia, de vuestro conocimiento, de vuestra creencia. Ante todo eso
reaccionáis. ¿No es cierto? Si yo digo que debe haber una revolución
fundamental, vosotros reaccionáis de inmediato. Pondréis reparos a esa palabra
"revolución" si tenéis fuertes intereses creados, espirituales o de
otra índole. Vuestra reacción depende, pues, de vuestros conocimientos, de
vuestra creencia, de vuestra experiencia. Ese es un hecho evidente.
Hay diversas formas de reacción. Decís
"debo ser fraternal", "debo cooperar", "debo ser
amigable", "debo ser bondadoso", etc. ¿Qué es todo esto? Todo
esto son reacciones; pero la reacción fundamental del pensar es un proceso de
aislamiento. Cada uno de vosotros estáis vigilando el proceso de vuestra propia
mente; lo cual significa que observáis vuestra propia acción, creencia,
conocimiento, experiencia. Todo ello brinda seguridad. ¿No es así? Brinda
seguridad al proceso del pensar, le da fuerza. Ese proceso no hace sino
vigorizar el "yo", la mente, el ego, sea que le llaméis superior o
inferior. Todas nuestras religiones, todas nuestras sanciones sociales, todas
nuestras leyes son para apoyo del individuo, del "yo" individual, de
la acción separativa; y en oposición a eso está el Estado totalitario. Si
ahondáis más en lo inconsciente, ahí también está en acción el mismo proceso.
Ahí somos lo colectivo influido por el ambiente, por el clima, por la sociedad,
por el padre, la madre, el abuelo. Ahí está asimismo el deseo de afirmar, de
dominar como individuo, como el "yo". ¿La función de la mente, tal
como la conocemos y a diario funcionamos, no es, pues, un proceso de
aislamiento? ¿No buscáis acaso la salvación individual? Habréis de ser alguien
en lo futuro; en esta misma vida habréis de ser grandes hombres, grandes
escritores. Toda nuestra tendencia es la de estar separados. ¿Puede la mente
hacer algo que no sea eso? ¿Resulta posible para la mente no pensar de modo
separativo, como encerrada en sí misma, fragmentariamente? Eso es imposible. De
modo que adoramos la mente; la mente es importante en extremo. ¿No sabéis cuánta
importancia adquirís en la sociedad no bien sois un tanto astutos, alertas, y
tenéis un poco de información y conocimientos acumulados? Habéis visto el culto
que rendís a los que son intelectualmente superiores, a los abogados,
profesores, oradores, grandes escritores, a los que explican y exponen. Habéis
cultivado el intelecto y la mente. La función de la mente es ser separada; de
otro modo vuestra mente no interviene. Habiendo cultivado este proceso durante
siglos, hallamos que no podemos cooperar; sólo somos impulsados, compelidos,
movidos por el temor, por la autoridad, ya sea económica o religiosa. Si ese es
el estado existente, no sólo en el nivel consciente sino también en los niveles
más profundos, en nuestros móviles, nuestras intenciones, nuestros empeños,
¿cómo puede haber cooperación? ¿Cómo puede haber inteligente unión para hacer
alguna cosa? Como eso es casi imposible las religiones y partidos sociales
organizados imponen al individuo ciertas formas de disciplina. La disciplina
vuélvese entonces imperativa para reunirse y hacer cosas mancomunadamente.
Hasta que comprendamos cómo ir más allá
de este pensar egocéntrico, de este proceso de dar énfasis al "yo", a
lo mío, en forma colectiva o en forma individual, no tendremos paz; tendremos
constantes conflictos y guerras. Nuestro problema es poner fin al proceso
separativo del pensamiento. ¿Puede acaso el pensamiento destruir el
"yo", siendo el pensamiento el proceso de verbalización y de
reacción? El pensamiento no es nada más que reacción; el pensamiento no es
creativo. ¿Puede el pensamiento poner fin a sí mismo? Eso es lo que estamos
tratando de descubrir. Cuando mi línea de pensamiento es ésta: "debo
disciplinarme"; "debo identificarme"; "debo pensar con más
propiedad"; "debo ser esto o aquello", el pensamiento se fuerza
a sí mismo, se disciplina, se impele a ser algo o a no ser algo. ¿No es eso un
proceso de aislamiento? No es, por tanto, la inteligencia integrada que puede
funcionar como un todo, y de la cual tan sólo puede provenir la cooperación.
¿Cómo habréis de llegar al fin del pensamiento; o, más bien, cómo habrá de
llegar a su fin el pensamiento que es aislado, fragmentario y parcial? ¿Como
empezar? ¿Vuestra llamada disciplina lo destruirá? Es evidente que durante
estos largos años no lo habéis logrado; de no ser así, no estaríais aquí.
Debéis examinar el proceso disciplinario
que es tan sólo un proceso de pensamiento en el que hay sujeción, represión,
control, dominación; todo lo cual afecta lo inconsciente, que se impone más
tarde, a medida que envejecéis. Habiendo ensayado en vano la disciplina durante
tanto tiempo, debéis haber hallado que la disciplina, evidentemente, no es el
proceso para destruir el "yo". El "yo" no puede ser
destruido mediante la disciplina, porque la disciplina es un proceso de
fortalecimiento del "yo". Ello no obstante, todas vuestras religiones
la sostienen; todas vuestras meditaciones, vuestras afirmaciones, se basan en
eso. ¿El conocimiento destruirá el "yo"? ¿Lo destruirá la creencia?
En otros términos, ¿todo lo que actualmente hacemos, todas las actividades en
que hoy estamos empeñados para llegar hasta la raíz del "yo", tendrá
todo eso buen éxito? ¿No es todo eso fundamentalmente desperdiciado en un
proceso de pensamiento que es un proceso de aislamiento, un proceso de
reacción? ¿Qué es lo que hacéis cuando os dais cuenta a fondo, con hondura, que
el pensamiento no puede poner fin a sí mismo? ¿Qué ocurre? Observaos, señores.
Cuando os dais plena cuenta de este hecho, ¿qué acontece? Comprendéis entonces
que cualquier reacción es condicionada, y que ni al comienzo ni al fin puede
haber libertad a través del condicionamiento. La libertad es siempre al
comienzo y no al fin. Cuando comprendéis que cualquier reacción es una forma de
condicionamiento y que por lo tanto da continuidad al "yo" de
diferentes maneras, ¿qué es lo que ocurre en realidad? A este respecto tenéis
que ser bien claros. La creencia, el conocimiento, la disciplina, la
experiencia, todo el proceso de lograr un resultado o alcanzar un fin, la
ambición, el llegar a ser algo en esta vida o en una futura; todo eso es un
proceso de aislamiento, un proceso que trae destrucción, desdicha, guerras a
las que no se puede escapar mediante la acción colectiva, por grande que sea
para vosotros la amenaza de los campos de concentración y todo lo demás. ¿Os
dais cuenta de ese hecho? ¿Cuál es el estado de la mente que dice "es
así", "ese es mi problema", "he ahí exactamente donde
estoy", "yo veo lo que el conocimiento y la disciplina pueden hacer,
lo que hace la ambición"? Ya hay, por cierto, un proceso diferente en
acción, si veis todo eso. Vemos los caminos del intelecto. No vemos la senda
del amor; la senda del amor no ha de hallarse a través del intelecto. El
intelecto con todas sus ramificaciones, con todos sus deseos, ambiciones,
empeños, debe cesar para que el amor surja a la existencia. ¿No sabéis que
cuando amáis cooperáis, no pensáis en vosotros mismos? Esa es la más elevada
forma de inteligencia ‑no el que améis como un ser superior o el que estéis en
buena posición, lo cual no es sino miedo. Cuando están ahí vuestros intereses
creados, no puede haber amor; sólo existe el proceso de explotación que nace
del miedo.
De suerte que el amor sólo puede surgir
cuando la mente no interviene. Debéis, pues, comprender todo el proceso de la
mente, la función de la mente. Es sólo cuando sabemos amarnos los unos a los
otros, cuando puede haber cooperación, cuando puede funcionar la inteligencia,
cuando puede haber acuerdo sobre cualquier cuestión. Sólo entonces resulta posible
descubrir qué es Dios, qué es la Verdad. Ahora procuramos hallar la verdad a
través del intelecto, mediante la imitación, lo cual es idolatría. Sólo cuando
descartáis completamente, gracias a la comprensión, toda la estructura del
"yo", adviene aquello que es eterno, atemporal, inconmensurable. No
podéis ir a ello; ello viene a vosotros.
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