miércoles, 8 de julio de 2015

COHERENCIA COMO FUENTE DE SALUD

Nota N° 351
Enric Corbera nos enseña que la raiz de nuestra enfermedad está ligada estrechamente a la desalineación de nuestro pensar, sentir y hacer, o sea  en nuestra  no coherencia.
Por lo tanto él afirma que no es el terapeuta el que cura, si no que uno mismo se cura al tomar conciencia de que todo lo que le sucede a uno y sobretodo la enfermedad es el aviso de tu ser interno de que has desviado tu camino, y de que  esta en incoherencia nuestro pensar, decir y hacer.


 Cuando somos honestos y coherentes no necesitamos explicarnos: nuestro comportamiento y actitud hablan por nosotros. Es como la humildad. Los verdaderamente humildes no alardean de ello sino que pasan desapercibidos. Lo mismo ocurre con la coherencia.
Dice un refrán muy extendido: “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces”. Con frecuencia, los que más hablan de lo que hacen son los que menos hacen. “Factum non verba” (hechos y no palabras) que decían los antiguos latinos.
 En definitiva, coherencia es: pensar, sentir, hablar y actuar en el mismo sentido.
 Y, ¿para qué ser coherentes?
Pues porque la congruencia entre pensamiento y acción es imprescindible para alcanzar paz interior. Decir y hacer de la misma manera nos ahorra muchas contradicciones y conflictos internos con nosotros mismos y con los demás. Las personas coherentes son consideradas auténticas y generan admiración, confianza y respeto. Como sostenía Epicuro, no hay otro camino que sentir lo que se hace y hacer lo que se siente.
 El problema de vivir este valor es que somos muy susceptibles y vulnerables a la influencia de las personas y las circunstancias. En muchas ocasiones, por miedo, callamos; evitamos contradecir la opinión equivocada de otros, o definitivamente, hacemos lo posible por comportarnos de aquella manera que creemos nos provocará menos problemas. La coherencia exige mantenernos firmes, aún a costa de nuestra posición, la amistad o la opinión de otros. 
Puede también suceder que actuando con base en nuestras convicciones actuemos coherentemente bajo la premisa del “a toda costa” porque “yo soy así, así pienso y así actúo”. Es cierto que la coherencia exige esa firmeza, pero sin olvidar que debe ir acompañada de un criterio bien formado para no caer en la obstinación. Por eso, siempre debemos ser conscientes de que la coherencia, debe ser mostrada de manera flexible. Por un lado tenemos que saber callar y ceder en cosas sin importancia; pero en circunstancias en las que estén en juego principios o derechos, se tiene la obligación de enfrentar la situación de forma coherente para evitar problemas más tarde. Este es el motivo por el cual, la coherencia debe combinarse con el ejercicio de la prudencia. Ha esto se le llama ACERTIVIDAD o comunicación acertiva.
 ¿Qué necesitamos para ser coherentes, conocimiento de los valores o voluntad de ejercerlos? En estricto sentido, ambos. Voluntad para superar nuestro temor a ser “diferentes” con el implícito deseo de ser mejores. Con el conocimiento, hacemos más firmes nuestros principios, descubriendo su verdadero sentido y propósito, lo que nos ayudará a ejercitarnos en su ejercicio y a vivirlos de manera natural.

Para la práctica y vivencia del valor de la coherencia:
- Examina si tus actitudes y palabras no cambian según el lugar y las personas con quien estés. Procura que en todo lugar y momento se tenga la misma imagen y opinión de ti. 
- Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tú actúas y correspondes, al menos, en la misma proporción.
- Cumple con tus obligaciones o compromisos lo mejor que seas capaz.
- Considera que en ocasiones puedes estar equivocado: escucha, reflexiona, infórmate y corrige tu actitud si es necesario.

La experiencia demuestra que nuestras decisiones son más firmes y vivimos con mayor tranquilidad, al comportarnos de manera coherente. Esa coherencia aumentará nuestro prestigio personal, profesional y moral, lo cual garantizará incondicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás.

Y para concluir, un par de frases sobre coherencia:
“Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive”. (Gabriel Marcel, filósofo y dramaturgo francés).
“No le pidas peras al olmo”. (Refranero español).

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